viernes, 25 de julio de 2008

De Rocky a Rambo y otras Sagas, rompiendo el mito anti-Holywood.


Hace ya algunos meses se estrenó la cuarta parte de Rambo, John Rambo(Stallone, 2008) continuación de una de las mejores sagas de antiheroes de Hollywood y representante de la decadencia del cine bélico actual. La vi y me gustó, me gustó la carnicería de comienzo a fin, la sangre y la crudeza de cada escena, el irremediable rostro sudoroso y estático de Silvstre Stallone, el argumento simple y previsible, los vacíos guionísticos, los personajes baldíos y la dirección conformista de su mediocre realizador. tal vez me guste el cine mediocre, no todos somos perfectos. Todo me gustó, me gustó la cara que hicieron algunos amigos y el descontento de mis amigos y enemigos, cuando les conté mi hazaña. 
No podían creer que perdiera dinero en este "tipo de cine", la realidad oculta es que no gasté un sólo céntimoa, pues la vi por internet, sin embargo no me hubiera importado hacerlo, bueno, o tal vez si, el caso es que Rambo cumple con el principal objetivo comercial del cine que es entretener (a mi me entretuvo) pero lo que realmente me duele de todo esto,d e toda esta parafernalia que representa una película como ésta, son las injustas difamaciones hechas por los activistas anti-Hollywood que no creen en estas Sagas tan sólo por lo que representan: entretención. Me criticaron aquellos que creen que el único cine válido es el "cine de autor" el "cine arte", es decir, el cine que no es de Hollywood, porque así son de básicas sus pretensiones cinéfilas, todo aquello que no viene de Hollywood es cine y si viene de Polonia o Servia, pues mejor y si es, preferiblemente, de Japón o Vietnam, o claro, de Francia o Alemania, es "Arte", el resto es bulgaridad, "comercio"; y la gente que se cree culta y que se aglomera en nuestro pequeños países pobres en las diminutas e incómodas salas en dónde se presentan nimias películas del peor cine Francés o taiwanes, pero que se venden como obras maestras a la inteligencia de nuestra clase intelectual, miran satisfechos, orgullosamente engañados y con el ego intacto aquellas obras sutiles de un sólo acto y de pésimas traducciones que los hacen sentir superiores y extravagantes a pesar de su pobre realidad ; 
Estudiantes, profesores, salen del teatro con sus pipas y sus sacos de cuello alto comentando la fotografía y la secuencia en la que el personaje principal contempla durante 20 minutos la caída de una hoja en otoño, o el significado anti-imperialista del sombrero rojo de un personaje al que nunca se le ve el rostro y que resulta ser él mismo y todos y ninguno a la vez. Para estos seres terroríficos, universitarios tratando de ligar con alguna niña, universitarias tratando de deshacerse de algún hombre, y que hablan de Godard, de Antonioni, Lubitsch, Bergeman o de Traufaut se les olvida que cineastas como Hitchcock, Ford, Coppola, Altman y hasta Kubrick tuvieron algo que ver con Holywood, con el "cine comercial" y que muchos de ellos deben sus grandilocuentes producciones gracias a ese cine popular. Cine comercial = cine basura, es una categoría anacrónica que desvincula el potencial del director con la producción. El cine tiene que ser para todos y entre más gente se aglomere para apreciar la suprema maravilla del cine mejor; algunos les gustarán y tendrán como películas de culto la saga de la india María (por qué no?) o de Sé lo que hicieron el verano pasado y otros preferirán al ladrón de bicicletas o blow up; yo me pregunto, entonces, qué hace Scorsese en producciones maestras como Googfellas (1990) o The Departed (2006), o David Lynch en The Straight Story (1999) producida por Disney, o Eastwood con obras demoledoras como Unforgiven (1992) o Mystic River (2003)?, lo que hacen no son obras maestras?... todo eso es cine de Hollywood, todo eso, es cine también. De esta manera vuelvo al tema de este texto, Rambo. Rambo, Rocky y todas las sagas con personajes míticos creados para entretener, desde Indiana Jones hasta Aliens y Depredador; 
Las dos primeras películas no sólo tienen en común el protagonista, ni que el director de las úlitmas partes de esta saga sea también el protagonista, sino que además, las dos vienen de hacer su reaparición de manera honrrosa, al igual que Indiana, en las salas del mundo y representan mitos hollywoodenses y antiheroes del cine, como lo fueron en su tiempo Harry el sucio ( Don Sieguel, 1971) o el vengador anónimo (Michel Winner, 1974). Y si todos recordamos (y queda en la memoria) el cinismo del Inspector Callhan en el rostro de Clint Eastwood o la frialdad de Paul Kersey interpratdo por el glorioso Charles Bronson, aún podremos regocijarnos, gracias al estreno reciente de sus sagas, de la mirada enajenada y violenta de un Jhon Rambo sin compasión y la inocente, tontarrona y a la vez perversa ambición de triunfo de Rocky Balboa.
Realmente para valorar estas sagas hay que dejar a un lago la estética, que muhcas veces es excelento o por lo menos honorable, y contemplar al mito creado en sus primogénitas partes. Estos anti-heroes, que encarnan lo más pervertido de nuestras sociedades y los miedos y los imaginarios de los Norte Americanos y que se presentan como alegorías a la tristeza, a la soledad, a la violencia que tenemos dentro pero que ante todo son una alegoría a la humanidad, nos hacen percibir que el mundo se puede burlar de si mismo, e ahí su magia, es ahí en donde cobra sentido la cinematrografía "comercial". Recordemos un poco quién es Rocky en la primera parte de la saga llamada Rocky (Avildsen, 1976), Este personaje es un inmigrante italiano, ferviente católico, pobre, que vive en un suburbio de Filadelfia y que además tiene un leve retraso mental; su afición: el Boxeo, pero además es Zurdo y un boxeador zurdo debe trabajar el doble para no competir en desventaja, es decir lo tiene todo para ser un estigmatizado, un anormal, un hombre infame. 
Logra, por medio de varios esfuerzos y limitaciones y gracias a que el entonces defensor del título Apolo Creed necesitaba de un boxeador de baja categoría que le permitiera conservar por otro año su título, llegar a la final del campeonato del mundo. Y pierde. Es ahí en donde nace un nuevo antiheroe, es ahí en donde nace el mito, es ahí en donde la saga tiene que continuar y las secuelas engrandecer su historia; rocky no gana jamás una pelea, que no sea una pelea callejera, en Rocky II (Stallone, 1979) gana por decisión, en rocky III (Stallone, 1982) todas las pelas son compradas y en la úlitma gana pero porque Mr T no entrenó, se confió y no era e mismo del primer combate, en Rocky IV (Stallone, 1985) en plena guerra fría, la pelea final la gana pero es declarada ilegal y además queda en la ruina por una apuesta en su contra hecha por su cuñado, en Rocky V (Avildsen, 1990) la gana, pero en la calle y no es de Boxeo, y en Rocky VI (Stallone, 2006) ya viejo, decide pelear por última vez y vuelve a perder....Increible. 
Con Rambo sucede lo mismo, pero al revés: Es un excombatiente de la guerra de Vietnam que regresa a su patria convertido en Héroe y que termina como el más frío de los mercenarios. En First blood (Kotcheff, 1982), tal vez la mejor de todas, el personaje de Jhon Rambo, regresa de la Guerra dispuesto a hacer una vida normal, pero se encuentra con la hostilidad de un pueblo que no le permite olvidar lo vivido en la guerra; Las otras sagas, aunque “ellos comenzaron”, Rambo no deja de destruir y matar gente en todas su sagas sin contemplación alguna de patria, raza o religión, al final se convierte en ermitaño al que no dejan tranquilo ni en las profundidades de la jungla asiática. 
Indiana Jones, a pesar de lo rimbonbante de su guión, sale bien librado gracias a que conserva intactas las manías y las señas que lo caracterizaron desde su primara parte en busca del arca perdida (Spielberg, 1981) en donde el manejo del humor es fundamental para crear el aprecio hacia este mítico antihéroe.
Aunque muchas de estas películas son malas, algunas hasta dan risa y tristeza, quienes crecimos con muchos de estos mitos nos parece inevitable continuar apreciando aquello que vimos cuando niños y que nos hace partícipes de una o muchas generaciones sin que sea necesario exterminar al Héroe para entender que la mediocridad de muchas de estas sagas, refleja simplemente que el cine es y debe ser un submundo en donde todas las realidades reflejen lo ficticio de nuestras vidas.