domingo, 7 de octubre de 2007

QUE DEMONIOS HAGO EN LILLE??






De camino a París para continuar mis estudios (que parecen no terminar nunca…eso espero) me encontré hace más de 3 meses, y por una serie de coincidencias y de eventualidades que no van al caso, con una pequeña ciudad universitaria: Lille. Capital del departament du Nord, al norte (irán notando que mi francés ha avanzado notablemente) frontera con Bélgica a tan sólo 40 min en tren de Bruselas, a dos horas de Londres por el Eurotunel y a una hora en TGV desde París, esta ciudad goza de una rareza excepcional con una atmósfera que mezcla Blade Runner con El mago de Oz. Lille es una ciudad de contrastes. De la suciedad de muchas calles se puede pasar a la tranquilidad de algún parque o a la pulcritud de los barrios burgueses. De la amabilidad de la gente en las boulangerie o pâtisserie, se pasa a la agresividad y la violencia que se respira y que se refleja en la mirada de algunos habitantes solitarios y excluídos, que deambulan con una botella en la mano por las calles aledañas a la estación de tren o en los suburbios que no son muy lejos del centro. Mi estancia es temporal (eso espero), pues como les dije mi destino es París.Image Hosted by ImageShack.us
Se preguntarán, entonces, qué demonios estoy haciendo acá, en una ciudad en donde llueve más que en Quibdo y en donde el 98% de la población inmigrante es musulmana; pues estudiar, estudiar francés. Perfeccionarlo, decía yo, pero la realidad es que mi nivel tarzanesco resultó ser casi nulo, por lo que tal véz me resultaba más fácil entender a un grupo de costeños discutiendo mientras juegan dominó, que el francés callejero de esta urbe de más de 300.000 personas. Y para esta labor qué mejor que una pequeña ciudad en donde las hostilidades y las prepotencias capitalinas son reemplazadas por la hospitalidad y el altruismo casi canadiense de la gente con que me he encontrado. Pero les sigo contando un poco de Lille. Image Hosted by ImageShack.us
TAG this image Ciudad capital de la cultura por allá en 2004 (título que es casi igual de invisible que el de ciudad del libro), con un barrio viejo indudablemente bello, con casas altas de colores y calles angostas y con curvaturas impredecibles, con puertas medievales, una torre con un reloj del siglo XIV y panaderías en cada esquina, Lille cumple todas las condiciones para ser una ciudad más que soportable. Esta es una ciudad con mucha historia, como todas en Europa y como todas en el mundo. Fue de Flandes durante el medioevo y del reino hispano (La mala suerte no fue sólo nuestra) en el siglo XVI y XVII para posteriormente ser recuperada por Francia; fue un punto clave para los alemanes en las dos guerras (fue por allí por donde entró Hittler a Francia tras no poder romper la linea Maginot), y a causa de tantas batallas que ha sufrido desde la edad media, incluyendo bombardeos durante la primera y la segunda guerra mundial, es muy común ver en los parques y en los barrios antiguos residuos de murallas y fuertes, puertas medievales (convertidos ahora en monumentos) y arquitectura heterogénea por todos lados. Image Hosted by ImageShack.us
TAG this imageSin embargo esta ciudad tiene una particularidad única, como quizá lo sea Leticia o Cúcuta o como lo es el Estado de sonora en México (acá no hay que respetar comparaciones, para no ofender a nadie): Lille es una ciudad fronteriza, un paso invaluable para los traficantes de droga hacia Bélgica y Holanda y para los viajeros errantes que vagan por este viejo continente. Es así que Lille está llena de gente rara, de “anormales” o “hombres infames” como diría Foucault; Locos, vagabundos, bobos, sordos, cojos, muecos, gente errante que habla sola y caza moscas mientras camina….bueno, gente casi paranormal, que pide dinero en cualquier calle o en cualquier boca de metro (Lille, a pesar de su tamaño, tiene metro: Dos lineas que se extienden a todos los suburbios y pequeñas ciudades alrededor) y lo particular del asunto no es que esta gente pida plata en un país con un Estado de bienestar del que se sienten orgullosos y que les financia casi todo en sus vidas y por el cual, sobra decir, están quebrados, sino que si la gente como yo, que realmente sí necesita pedir alguna ayuda, les dice que no tiene dinero, ellos se siente apenados y piden disculpas acompañadas de reverencia y gestos de cortesía teatral, mientras te dejan ir sin ninguna displicencia. Además de todo esto, hay que sumar la población inmigrante, de la que ya dije que en su mayoría era musulmana y el otro porcentaje africanos, chinos(obviamente) y un margen de error: nosotros, los latinoamericanos, es decir, yo, porque por acá ni la sombra ni el desorden y la sabrosura de nuestra tierrita, aunque sin lugar a dudas (pongo mi mano al fuego) debe haber algún paisa o algún cachaco bien entrenado por ahí tratando de venderles arepas a estos franceses ingenuos que conciben el mundo en forma de pan francés.Image Hosted by ImageShack.us
Esta misma condición de ciudad de paso, de ciudad frontera trae consigo una labor de seguridad, de mecanismos de control y vigilancia por toda la ciudad. Hay policías en cada esquina y en las noches las sirenas resuenan como en el barrio más temido de la NY de los años 80’s; así mismo está la policía de frontera y la guardia nacional en los lugares en donde pueda existir algún riesgo terrorista. un ejemplo: a pocas semanas de llegar, me encontraba yo tranquilamente en la estación de tren “Gare Lille Flandre” rumbo a Château-Thierry (otra pequeña ciudad de la que escribiré algo en su momento) con escala en París para reportarme ante la comandente en jefe, y mientras ojeaba una revista, me asaltaron cuatro policías (tres hombres y una mujer) haciendo un arco perfecto que me encerraba, con sus uniformes negros y una cinta roja alrededor del brazo solicitando de inmediato mi pasaporte. Estos seres que salían de la nada y que parecían poseer licencia para matar y cuya corpulencia se asemejaba a la de un jugador de rugby, (no se por qué, pero me recuerda a los escuálidos o barrigones “tombos” a los que estamos acostumbrados a ver en bogotá) me intimidaron de tal manera que lo poco que sabía de francés quedó en el olvido y sólo pude reflejar una palidez indigestiva que me hacía culpable de cualquier delito. Por qué yo? Es lo primero que me pregunté, cuando alrededor mío había gente, que por su aspecto y su olor tenían sobrados méritos para ser encarcelados o por lo menos bañados y olirificados sin condición alguna? La pregunta realmente sobraba, mi cara de latino daba razones suficientes para ser cuestionado en cualquier lugar del mundo, hasta en Colombia. Pues así fue, entregué mi pasaporte con mi residencia española y esperé las preguntas. Mientras me hacían la primera, visualicé claramente el proceso mediante el cual las palabras se hacen ruido… no entendí nada…umm, los miré, se miraron, repitieron la pregunta (yo tenía la esperanza de que fuera en inglés) en francés otra véz, pero ésta vez era la mujer la que me preguntaba y en un francés lento y vocalizado como para un niño de 3 años, como para mi; me preguntó por mi billete de tren. Se los mostré. Lo miraron, se miraron, me miraron y volvieron a preguntar: segunda pregunta, totalmente clara para mi: Colombiano, cierto? Oui, bien sûr!! Les respondí, para mostrarme orgulloso de mi patria y mis pocas palabras en francés. Asintieron, se miraron, me miraron y volvieron a preguntar: Puede ud explicarnos, qué hace un colombiano, con residencia española en Lille, con un billete para Château-Thierry con escala en París? Lo entendí todo. Era el primer sospechoso de la red más grande de tráfico de drogas desde Colombia a los países bajos y mi guarida, mi escondite era Francia. Conocer, les respondí, dudando de mi mismo y esperando su aprobación. Se miraron, me miraron y preguntaron: Pero ud qué hace en Lille? Visitando amigos, respondí y de nuevo dudé. Y a qué va a parís? Yo no voy a París, voy a Château-Thierry, respondí. Me está tratando de loco? Respondió el policía mas altos haciendo círculos con su dedo índice alrededor de su oreja. No, respondí. Y a qué va a Château-Thierry? A visitar a mi novia, dije. Se miraron, me miraron y preguntaron: Su novia de dónde es? Francesa, respondí con seguridad y tanto entusiasmo (que espero nunca se entere ella), pues sabía que con eso ellos iban a quedar tranquilos, pues si hay algo de lo que se sienten orgulloso los franceses es de ser franceses; se miraron, me miraron, sonrieron y me dejaron ir. Buen viaje o buen día, fue lo último que entendí, lo otro que me dijeron pudo haber sido un insulto, pero ya no me importaba, así que recogí mis cojones que estaban en el piso y la poca Valentía que me quedaba y fui el primero en subirme al tren.
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De esta manera, para salir por Lille, siempre hay que salir con pasaporte y una fe ciega para que no lo paren a uno por la calle o no me arrojen en la noche de un viernes algún trozo de comida de los múltiples ventanales que acordonan la Rue solferino o la Rue Gambeta, en donde se encuentran las discotecas y los pubs más populares de lille. todo este conjunto de singularidades sumado al ambiente un tanto hostil por la segregación francesa a los africanos y árabes y al aprovechamiento de muchos franceses que cobran una pequeña pensión por no trabajar y que se juntan en plazuelas a pedir dinero para un Ferrari y que hacen venias y piden disculpas si uno no les colabora, más el verano que nunca llegó, más los mejores pastelerías y panaderias, más el mercado los domingos en la “place Nouvelle aventure”, en donde se consiguen desde Dvd del templo de chaolín hasta la más variada comida de Pakistan o Senegal, más esas calles antiguas de tanto encanto por donde los estudiantes y los turistas vienen y van perdidos, más la música que suena en cualquier parque, una viola o un violín, o una guitarra (siempre hay música) hacen de Lille, indudablemente el refugio menos idóneo para cualquier capo de la droga o cualquier “sans-papiers” de la región y el más perfecto para que un colombiano X como yo aprenda algo de la cultura y la lengua francesa.
Lille, 2007
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2 comentarios:

Reanim dijo...

Interesante tu blog, me gustó mucho tu recorrido por Lille. Como te he dicho no sé nada de literatura, pero gusta tu estilo, ojalá subas algunos de tus cuentos.
Saludos desde el sótano de la MINA
David

Anónimo dijo...

Como estas parse, lei tu post sobre Lille me gusto mucho, probablemente vaya a visitar la ciudad, no me olvidare del pasaporte por cierto, una vez me paso como tu el suceso con los policias, pero en polonia, ya me imagino que has de haber estado bien frikeado jaja, bueno un saludo y felicitaciones por tu blog.
Diego