miércoles, 12 de diciembre de 2007

Un poema prestado


Como consecuencia de los múltiples mensajes (algunos un tanto fuera de tono) y de las casi infinitas críticas por no incluir dentro de mis escasos y fatídicos escritos algo de poesía, me he visto en la vergonzosa necesidad de buscar en mis archivos de antaño cualquier cosa que tuviese por lo menos la intención de ser un poema. el problema es que no encontré nada, absolutamente nada que fuera digno de este prestigioso y concurrido intersticio, sólo versos cursis (si es que a eso se le pueden llamar versos) y frases vagas de una profundidad adolescente realmente profana para cualquier conocedor del género. De esta manera, decidí tomar un poema prestado de un autor amigo, escritor, músico, filósofo, con el que he convivido y con el que he martirizado mi tiempo tanto en Colombia y después, por un encuentro casual, en Europa; Se trata de Raúl Faría, nombre que me ha confesado no es el verdadero, pero que es el que ha decidido adoptar, según él, como un homenaje a lo real y a lo ficticio: Raúl, por Raúl Gómez Jattin, nuestro gran poeta colombiano, y Faría, por ese personaje sabio y entristecido que ayuda, en su encierro en la isla de IF, al joven e injustamente condenado Edmundo Dantés en la novela de A. Dumas "El Conde de Montecristo". Poema que tal vez no sea un poema y tal véz sea tan sólo un panfleto contradictorio que saca a luz un poco de esa rebeldía literaria un tanto trasnochada, pero muy ocurrente para el inmaduro lector de poesía e innecesaria para los entendidos. Por mi parte, yo sólo quiero complacer a mis ilustres lectores; y para aquellos que esperan un poema empalagoso al estilo Benedetti o un poema enciclopédico al estilo Borges, quizás (con todo el respeto del Señor R. Faría) no encuentren sino un poema al estilo Colombiano: mediocre.

POEMA XXI

A la literatura remota, a la que no tiene reglas,
a la que no le importa proust o shakespeare,
la literatura demoniaca,
la literatura de tumba y sangre,
la literatura del fracaso, la del poeta perdedor,
a la literatura que no es basura,
pero no le importaría serla,
a la literatura y la poesía de la gente,
del pueblo,
a la que no es académica,
la que se hace con los hechos,
con la palabra simple, con mísera sílaba de un niño.
La literatura que nace en nuestras nalgas,
que explota en nuestra cabeza,
la literatura improvisada,
efímera,
la que nadie recuerda,
al poema brillante que no rima, que no dice nada,
que no habla del amor,
o si,
del amor a la escritura
o del amor por una fea,
por una bigotuda,
por una mueca,
por una tuerta,
a la que se despeluca
a la literatura calva,
con hemorroides,
a la literatura más simple, más perfecta,
al poema más corto,
a la literatura policiaca, la del misterio,
la del secreto,
la literatura de barrio,
la de la calle décima,
la literatura que grita,
la que pincha en una disco,
la que juega futbol,
la que come en la calle,
la que compra cerveza
la del inmigrante, la del obrero,
la que hace la compra en los mostences,
la que ve a Hitchcock,
la literatura que nace en una cueva,
la que se come los mocos y no se baña,
a la poesía
y
a la literatura
de carretera, la de los imbéciles,
la de los más inteligentes,
no la que se vende,
esa la compro,
a la literatura que se come,
que sabe a empanada de carne,
a cubio o a melcocha de la abuela,
a la literatura de una lombriz,
a la de una hormiga,
a la literatura de la tierra, del campo,
a la literatura
vil,
la que nadie lee,
la literatura marginada por los estratos,
por las universidades,
a la literatura grasienta que huele a taller,
a la literatura que huele a pedo,
a coliflor cocinado,
a la literatura del vientre,
la de las nalgas,
la del pubis,
la que se orina en una pared
la que escupe
desde el último piso de un edificio
a la literatura verde,
a la literatura mojada y fría,
a la que se quema en el infierno,
a la única literatura válida,
la literatura que hacemos,
que nos da la gana,
a
esa
literatura
le hago una venia
y me la como
sin nada.

R. Faría
París, 2007

viernes, 9 de noviembre de 2007

al abismo...


Todo está dado, todo esta allí, frente a nosotros, pero no lo vemos, o por lo menos algunos no lo vemos, o bueno, yo por lo menos no lo veo. Pero todo es tan claro, todo se inserta en la imaginación, en la podredumbre de la mente, allí está todo, no basta sino acercarnos un poco y el mundo se nos avalancha como el día, nos toma del pescuezo y nos aprieta, nos da dos bofetadas, nos despeluca y nos viola sin darnos cuenta. Y seguimos ahí, estáticos, congelados, prensados en un catastrófico ciclo en la que hay que reproducirse, buscar fama y dinero, conocer el mundo (qué pretenciosos somos) querer, amar, odiar, llorar, sufrir, orinar, tirarse un pedo en el mar, todo en más o menos (según la intensidad de nuestros vicios) en seis, siete décadas. Y es todo lo que tenemos, el que no aprovechó, se jodió. Algunos eligen su camino rápidamente: ser profesor de escuela (o de universidad si hay suerte), ser ingeniero o político, otros más tristemente osados se arriesgan a ser escritores o algunos más suicidas se arriesgan a ser poetas y llegan a viejos creyendo en su eternidad, pero todos ven que allí, en ese minúsculo lugar geográfico en donde se ubican, en el ostracismo de sus calzoncillos, en ese diminuto detalle de la domiciliación está su lugar en el mundo; otros no vemos nada, simplemente queremos estar, vivir como parásitos enganchados en la superficie del planeta esperando, simplemente esperando, queremos caminar, reproducirnos, encontrar la fama y el dinero, queremos amar o odiar, tirarnos ese pedo en el mar, buscar el cinismo que nos permita recorrer el camino de las hormigas, con una hoja en la espalda y oliéndole el culo al de adelante, y es allí en donde la casualidad, el destino, el azar, entra a jugar un papel fundamental en nuestras parsimoniosas vidas, porque no buscamos nada, simplemente existir, nuestra domiciliación no tiene número, nuestra domiciliación es allí en donde el mundo nos quiera vomitar. Tal vez terminemos como profesores o como ingenieros, también, tal vez, terminemos como políticos (que los dioses no lo quieran así(?)), o tristemente acabaremos como escritores o poetas, el caso señores, es no buscar nada… hay talento? Hay algo que nos permita distinguirnos de la urbe cotidiana? Simplemente hay que sentarse en un viejo sofá o sobre el tapete sucio de esa habitación anciana, mientras vemos alguna película sin sentido, leemos un libro que no entendemos o escribimos cosas estúpidas como ésta y esperar a que el mundo nos saque la lengua y nos de el empujón que nos falta hacia el abismo insalvable de la mediocridad.Image Hosted by ImageShack.us

domingo, 7 de octubre de 2007

QUE DEMONIOS HAGO EN LILLE??






De camino a París para continuar mis estudios (que parecen no terminar nunca…eso espero) me encontré hace más de 3 meses, y por una serie de coincidencias y de eventualidades que no van al caso, con una pequeña ciudad universitaria: Lille. Capital del departament du Nord, al norte (irán notando que mi francés ha avanzado notablemente) frontera con Bélgica a tan sólo 40 min en tren de Bruselas, a dos horas de Londres por el Eurotunel y a una hora en TGV desde París, esta ciudad goza de una rareza excepcional con una atmósfera que mezcla Blade Runner con El mago de Oz. Lille es una ciudad de contrastes. De la suciedad de muchas calles se puede pasar a la tranquilidad de algún parque o a la pulcritud de los barrios burgueses. De la amabilidad de la gente en las boulangerie o pâtisserie, se pasa a la agresividad y la violencia que se respira y que se refleja en la mirada de algunos habitantes solitarios y excluídos, que deambulan con una botella en la mano por las calles aledañas a la estación de tren o en los suburbios que no son muy lejos del centro. Mi estancia es temporal (eso espero), pues como les dije mi destino es París.Image Hosted by ImageShack.us
Se preguntarán, entonces, qué demonios estoy haciendo acá, en una ciudad en donde llueve más que en Quibdo y en donde el 98% de la población inmigrante es musulmana; pues estudiar, estudiar francés. Perfeccionarlo, decía yo, pero la realidad es que mi nivel tarzanesco resultó ser casi nulo, por lo que tal véz me resultaba más fácil entender a un grupo de costeños discutiendo mientras juegan dominó, que el francés callejero de esta urbe de más de 300.000 personas. Y para esta labor qué mejor que una pequeña ciudad en donde las hostilidades y las prepotencias capitalinas son reemplazadas por la hospitalidad y el altruismo casi canadiense de la gente con que me he encontrado. Pero les sigo contando un poco de Lille. Image Hosted by ImageShack.us
TAG this image Ciudad capital de la cultura por allá en 2004 (título que es casi igual de invisible que el de ciudad del libro), con un barrio viejo indudablemente bello, con casas altas de colores y calles angostas y con curvaturas impredecibles, con puertas medievales, una torre con un reloj del siglo XIV y panaderías en cada esquina, Lille cumple todas las condiciones para ser una ciudad más que soportable. Esta es una ciudad con mucha historia, como todas en Europa y como todas en el mundo. Fue de Flandes durante el medioevo y del reino hispano (La mala suerte no fue sólo nuestra) en el siglo XVI y XVII para posteriormente ser recuperada por Francia; fue un punto clave para los alemanes en las dos guerras (fue por allí por donde entró Hittler a Francia tras no poder romper la linea Maginot), y a causa de tantas batallas que ha sufrido desde la edad media, incluyendo bombardeos durante la primera y la segunda guerra mundial, es muy común ver en los parques y en los barrios antiguos residuos de murallas y fuertes, puertas medievales (convertidos ahora en monumentos) y arquitectura heterogénea por todos lados. Image Hosted by ImageShack.us
TAG this imageSin embargo esta ciudad tiene una particularidad única, como quizá lo sea Leticia o Cúcuta o como lo es el Estado de sonora en México (acá no hay que respetar comparaciones, para no ofender a nadie): Lille es una ciudad fronteriza, un paso invaluable para los traficantes de droga hacia Bélgica y Holanda y para los viajeros errantes que vagan por este viejo continente. Es así que Lille está llena de gente rara, de “anormales” o “hombres infames” como diría Foucault; Locos, vagabundos, bobos, sordos, cojos, muecos, gente errante que habla sola y caza moscas mientras camina….bueno, gente casi paranormal, que pide dinero en cualquier calle o en cualquier boca de metro (Lille, a pesar de su tamaño, tiene metro: Dos lineas que se extienden a todos los suburbios y pequeñas ciudades alrededor) y lo particular del asunto no es que esta gente pida plata en un país con un Estado de bienestar del que se sienten orgullosos y que les financia casi todo en sus vidas y por el cual, sobra decir, están quebrados, sino que si la gente como yo, que realmente sí necesita pedir alguna ayuda, les dice que no tiene dinero, ellos se siente apenados y piden disculpas acompañadas de reverencia y gestos de cortesía teatral, mientras te dejan ir sin ninguna displicencia. Además de todo esto, hay que sumar la población inmigrante, de la que ya dije que en su mayoría era musulmana y el otro porcentaje africanos, chinos(obviamente) y un margen de error: nosotros, los latinoamericanos, es decir, yo, porque por acá ni la sombra ni el desorden y la sabrosura de nuestra tierrita, aunque sin lugar a dudas (pongo mi mano al fuego) debe haber algún paisa o algún cachaco bien entrenado por ahí tratando de venderles arepas a estos franceses ingenuos que conciben el mundo en forma de pan francés.Image Hosted by ImageShack.us
Esta misma condición de ciudad de paso, de ciudad frontera trae consigo una labor de seguridad, de mecanismos de control y vigilancia por toda la ciudad. Hay policías en cada esquina y en las noches las sirenas resuenan como en el barrio más temido de la NY de los años 80’s; así mismo está la policía de frontera y la guardia nacional en los lugares en donde pueda existir algún riesgo terrorista. un ejemplo: a pocas semanas de llegar, me encontraba yo tranquilamente en la estación de tren “Gare Lille Flandre” rumbo a Château-Thierry (otra pequeña ciudad de la que escribiré algo en su momento) con escala en París para reportarme ante la comandente en jefe, y mientras ojeaba una revista, me asaltaron cuatro policías (tres hombres y una mujer) haciendo un arco perfecto que me encerraba, con sus uniformes negros y una cinta roja alrededor del brazo solicitando de inmediato mi pasaporte. Estos seres que salían de la nada y que parecían poseer licencia para matar y cuya corpulencia se asemejaba a la de un jugador de rugby, (no se por qué, pero me recuerda a los escuálidos o barrigones “tombos” a los que estamos acostumbrados a ver en bogotá) me intimidaron de tal manera que lo poco que sabía de francés quedó en el olvido y sólo pude reflejar una palidez indigestiva que me hacía culpable de cualquier delito. Por qué yo? Es lo primero que me pregunté, cuando alrededor mío había gente, que por su aspecto y su olor tenían sobrados méritos para ser encarcelados o por lo menos bañados y olirificados sin condición alguna? La pregunta realmente sobraba, mi cara de latino daba razones suficientes para ser cuestionado en cualquier lugar del mundo, hasta en Colombia. Pues así fue, entregué mi pasaporte con mi residencia española y esperé las preguntas. Mientras me hacían la primera, visualicé claramente el proceso mediante el cual las palabras se hacen ruido… no entendí nada…umm, los miré, se miraron, repitieron la pregunta (yo tenía la esperanza de que fuera en inglés) en francés otra véz, pero ésta vez era la mujer la que me preguntaba y en un francés lento y vocalizado como para un niño de 3 años, como para mi; me preguntó por mi billete de tren. Se los mostré. Lo miraron, se miraron, me miraron y volvieron a preguntar: segunda pregunta, totalmente clara para mi: Colombiano, cierto? Oui, bien sûr!! Les respondí, para mostrarme orgulloso de mi patria y mis pocas palabras en francés. Asintieron, se miraron, me miraron y volvieron a preguntar: Puede ud explicarnos, qué hace un colombiano, con residencia española en Lille, con un billete para Château-Thierry con escala en París? Lo entendí todo. Era el primer sospechoso de la red más grande de tráfico de drogas desde Colombia a los países bajos y mi guarida, mi escondite era Francia. Conocer, les respondí, dudando de mi mismo y esperando su aprobación. Se miraron, me miraron y preguntaron: Pero ud qué hace en Lille? Visitando amigos, respondí y de nuevo dudé. Y a qué va a parís? Yo no voy a París, voy a Château-Thierry, respondí. Me está tratando de loco? Respondió el policía mas altos haciendo círculos con su dedo índice alrededor de su oreja. No, respondí. Y a qué va a Château-Thierry? A visitar a mi novia, dije. Se miraron, me miraron y preguntaron: Su novia de dónde es? Francesa, respondí con seguridad y tanto entusiasmo (que espero nunca se entere ella), pues sabía que con eso ellos iban a quedar tranquilos, pues si hay algo de lo que se sienten orgulloso los franceses es de ser franceses; se miraron, me miraron, sonrieron y me dejaron ir. Buen viaje o buen día, fue lo último que entendí, lo otro que me dijeron pudo haber sido un insulto, pero ya no me importaba, así que recogí mis cojones que estaban en el piso y la poca Valentía que me quedaba y fui el primero en subirme al tren.
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De esta manera, para salir por Lille, siempre hay que salir con pasaporte y una fe ciega para que no lo paren a uno por la calle o no me arrojen en la noche de un viernes algún trozo de comida de los múltiples ventanales que acordonan la Rue solferino o la Rue Gambeta, en donde se encuentran las discotecas y los pubs más populares de lille. todo este conjunto de singularidades sumado al ambiente un tanto hostil por la segregación francesa a los africanos y árabes y al aprovechamiento de muchos franceses que cobran una pequeña pensión por no trabajar y que se juntan en plazuelas a pedir dinero para un Ferrari y que hacen venias y piden disculpas si uno no les colabora, más el verano que nunca llegó, más los mejores pastelerías y panaderias, más el mercado los domingos en la “place Nouvelle aventure”, en donde se consiguen desde Dvd del templo de chaolín hasta la más variada comida de Pakistan o Senegal, más esas calles antiguas de tanto encanto por donde los estudiantes y los turistas vienen y van perdidos, más la música que suena en cualquier parque, una viola o un violín, o una guitarra (siempre hay música) hacen de Lille, indudablemente el refugio menos idóneo para cualquier capo de la droga o cualquier “sans-papiers” de la región y el más perfecto para que un colombiano X como yo aprenda algo de la cultura y la lengua francesa.
Lille, 2007
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lunes, 24 de septiembre de 2007

Mînima semblanza de un tal Camilo para leer en Un minuto


Un día como hoy, del año en que murió Sartre, Alejo Carpentier y el baterista de Led Zeppelín John Henry "Bonzo" Bonham, nacía en la clínica Palermo de Bogotá y en el seno de una familia de clase media capitalina, un tal Camilo. De padres carismáticos pertenecientes a uno de tantos grupos de izquierda de aquella época y bajo la tutela de su abuela materna (ama de casa revolucionaria y amante del aguardiente y las cartas), Camilo se sumergió desde muy joven en el oscuro mundo del anonimato. Cuenta la leyenda que su padre les leía a él y a sus otros dos hermanos el Capital de Marx para hacerlos dormir, objetivo muy razonable y efectivo que no tardó en reproducir en ellos un llamado interés por la lectura, y particularmente en Camilo, una marcada obsesión por tener barba. En su adolescencia fue el niño feo del grupo y su invisibilidad ante las mujeres era notoria. Su único camino redentorio era entonces estudiar, pero tampoco allí pudo destacarse en algo, simplemente estuvo. Es así que en la actualidad, en su vigésimo séptimo onomástico, sigue siendo uno más entre muchos y lo que es peor aún, su rostro no deja ver el más mínimo asomo de pelambre, pelusa o vello ligero, aún cuando ha probado todo tipo de productos, maquillajes y disfraces que han resultados poco verosímiles y algo risorios, por lo que continúa siendo un triste imberbe, condición que mantendrá, con seguridad, hasta su muerte…
Lille 2007

martes, 18 de septiembre de 2007

Bienvenida


Este blog es producto del ocio y el desocupe de mis días en Lille en los que además de preperar un par de asuntos académicos y de intentar aprender la lengua gala, he podido reflexionar sobre la condición en general de todos aquellos que alguna vez se han interesado en la escritura y que por falta de talento o de un espacio tranquilo, hemos pasado al anonimato sin tener la valiente oportunidad del desprestigio. La verdad, la idea de crear un blog no es nueva, es más, cuando tenía acceso a msn y a todas sus ventajas ociosas, mantenía mi space actualizado...actualizado solamente para mi, porque efectivamente el número de visitas era casi nulo, o ninguna, es decir, funcionaba más como un archivador de malos cuentos y poemas a medias que como un verdadero espacio de divulgación. El caso es que acá me encuentro, tratanto de resucitar "la mancha" como un lugar de reconciliación y de vagabundería conmigo mismo; En ese entonces me encontraba en Madrid, tratando de sobrevivir y de llevar una vida digna que me permitiera poder comer un kebab una vez al mes y tratando de producir desconocimientos en la universidad. Ahora estoy en Francia y el asunto se complica, no porque no pueda comer kebab una vez al mes, sino porque no puedo pedirlo porque no me entienden; así que este blog también va a ser un punto de descanso y desconsuelo en donde podré desahogarme en la lengua de mis ancestros para el gusto o disgusto del mundo y el submundo. Que por qué "la mancha"???...pues porque "el tachón" no sonaba muy bien y por querer hacer homenaje a ese lugar desconocido, a ese intersticio en donde cabe todo y no cabe nadie, a la infinitud de cosas tontas y vanas que tenemos en la cabeza y que se nos reproduce como una mancha por el cerebro. A aquellos deambulantes perdidos que han tenido la mala suerte de caer (por casualidad, o porque simplemente no tenía nada más que hacer) en este miserable blog, les digo que no esperen mucho, que lo poco es risorio y burlesco, tal véz catastrófico y caótico, esatará lleno de contradicciones y de anti-escritura, de cosas sin sentido o de críticas estúpidas, pero así es la voluntad del mal escritor...absurda.
Lille, 2007
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