lunes, 15 de diciembre de 2008

Carta Nº1 a una mujer que desaparece

Cuántas veces he buscado tu mirada, escondida y complaciente, que no viaja, que no muere pero que nunca llega a mi. De esa manera y de repente, como cuando duermes, intento desaparecer, esquivarte, guardar un soplo, un silbido de impulso y de convicción, que en algún instante o en algún escrito o una frase ingeniosa, de las que se me ocurren en el baño o en el metro antes de bajarme - en el preciso instante cuando no tienes como escribirla porque tu lápiz no tiene punta, ya que escribiste demasiado fuerte el número de teléfono de aquella señora regordeta que te va a dar trabajo- serás plasmada con esa certeza de que existirá un Aleph, una heterotopía, o al menos un momento ficticio en tu imaginación o en el repulsivo destino que te lía cuando cambias de dirección bruscamente, para decirte que no me mires así, que no me hables así, que no huelas así, que tiemblo, que me sonrojo, que destierro lo que has dejado de mi razón hacia tu voz, hacia esa mirada de niña mala, de niña tierna que repite sin saberlo siempre las mismas palabras, las mismas que yo repito para tenerte en mi, sobre un papel o sobre mi cama, de qué manera, de qué manera rimas, de qué manera suenas, repíteme tú nombre, que sabes que es para ti, es para ti la ficción de mis ideas y la ficción de mis días, una mentira más que se ve desde mi ventana y que relata la monotonía y la magia de un libro que no dice nada, que no describe historias, porque las manías que describo las tienes tú en todo tu cuerpo, en tu soledad y en tu dureza, cinco veces te lo he querido decir, cinco veces que he reevaluado la potencialidad de mi estupidez y de mi agónica manera de no saber si por un segundo, mientras te rehaces en ti misma, pasa un ligero aire a mi por tu rostro que percibas como algo más que el presentimiento de tener esa pequeña ventana mal cerrada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una carta ensoñadora, aunque con un final algo perverso. Es significativo ver que tus mejores textos son aquellos en los que no pasa nada.