jueves, 5 de febrero de 2009

Mal poema para la mitad de una mujer

Caminando sobre la absurda línea que divide la cordura y la locura.
Ahora, siendo sinceros, estoy enamorado de la mitad de ti,
porque la otra mitad, o quizás más,
no me pertenece,
tal vez (y esto lo digo con la tonta pretensión
de quien quiere ser querido) 
me pertenece tu cuerpo,
tus miradas, tu sonrisa, tus inquietas muecas,
de rabia, de lujuria, de alegría,
tus ojos tristes cuando tienes que levantarte,
tu cuerpo cálido cuando al despertar
estás junto a mi, abrazados, queriendo ser uno,
muchas veces sin lograrlo (muchas veces queriendo)
el movimiento de tus manos,
tus pies sobre mis rodillas,
tu pierna encadenándome,
tú, risueña y dormida,
el color de tu piel, tus días buenos
tus euforias repentinas
tus pequeñas trampas, tu compañía
y tus saltos de niña intempestivos,
todo lo que puedo tocar y ver,
todo lo que me dejas tocar y ver
todo aquello que me quieres dar.
Ahora, lo que duele, lo sincero y catastrófico:
La otra mitad, que pertenece a ese otro,
tu mente, tus ganas, y tus deseos,
el brillo de tus ojos,
son, por ahora, mi más recóndito secreto
y mi dolor más agudo,
porque si te tuviera toda,
si pudiera repetir infinitamente en tu cuerpo
lo que soy yo en ti,
lo que marcas en mi cuello,
lo que dejas en mi cabeza,
si pudieras repetir simplemente
todo aquello que piensas de mi
en una hoja de papel
estaría dando un gran paso hacia la locura;
Y es en este Lugar, en este instante, en que te veo salir,
en que te veo correr bajo pequeñas gotas de lluvia,
que espantas con tu pelo, que muestran tu dulzura,
que me conformo con un beso, con una señal escondida
y con aquellas caricias vagas
y aquellos pequeños silencios,
que milagrosamente
mantienen mi cordura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un poema que, a más de hacer honor a su título, constituye una verdadera inversión de la locura y la cordura.